miércoles, 20 de agosto de 2008

Nightmare


Eran cerca de las 8 de la noche, y realizando la típica rutina, decidí subir las escaleras para salir a la terraza. Me senté en una silla plegable, y me dispuse a contemplar las estrellas. El tiempo pasó tan rápido, que de un momento a otro, ya era bastante tarde, y yo empezaba a cabecear, así que sin esperar más, me levanté de un salto de la silla, y me fui a dormir. Tan pronto como me recosté sobre la cama, me quedé profundamente dormido. Eran aquellas épocas en que uno se iba a la cama casi por obligación, en lugar de por gusto. Y empecé a soñar… De pronto, me vi bajando las escaleras en una casa plenamente vacía, recorrí los cuartos, la cocina, el comedor, y no había nadie, excepto aquél chico, que venía detrás de mí. Sin mostrarle importancia, salí a la calle, y al igual que en mi casa, no encontré a nadie. Entré de nuevo a la casa, y rápidamente, el chico entró después de mí. Subiendo las escaleras, atravesé el pasillo, y entré a mi cuarto. Me recosté de nuevo, y empecé a ver el techo de la habitación. El chico estaba en el sillón frente a mi cama, observándome. A ciencia cierta, nunca pude ver el rostro del chico, ni escuchar su voz, pero él, sonaba dentro de mi mente. Me propuso que nos fuéramos de ese solitario lugar, y en esa época mi conciencia no estaba tan desarrollada como ahora, así que acepté. El muchacho me llevó a un lugar que yo no conocía, pero viendo los alrededores, me percaté que era una especie de escuela, él, como siempre, estaba lejos de mí. Di un vistazo rápido al chico, y giré mi mirada a una niña de mi edad, que estaba jugando, solitaria. Avancé hacia ella, y le dirigí la palabra. La niña me miró, y cambiando su vista, volvió a ver el objeto con el que jugaba. Charlé un poco con ella, y de pronto, el chico estaba de nuevo en mi mente. -Tírala- Me dijo. Yo me negué, sólo era una chica, inofensiva, no me estaba haciendo nada. -Tírala- Exclamó de nuevo. Ese suceso se repitió varias veces, hasta que accedí. Lo siguiente que recuerdo es a la chica corriendo en la dirección contraria, llorando. Y sonreí, y el chico sonrió conmigo. De pronto, me encontraba en un lugar totalmente diferente, había varios niños formados, que me impedían ver el lugar donde me encontraba, ni siquiera veía al chico. En unos momentos, todos los niños habían entrado al lugar ese. Así que entré detrás de ellos. Era una Dulcería, todos los mostradores estaban abarrotados de dulces, caramelos, chocolates. Y los niños, desesperados, llamaban la atención del vendedor, para que los atendiera. Yo me alejé un poco de ellos, y me acerqué a un mostrador, en el cual, no había nadie cerca. Arriba del mostrador, estaba la caja registradora, la vi, y giré mi mirada al señor, que desesperadamente, atendía a los inquietos niños. Miré al techo, vi alrededor, todo estaba tranquilo, si no fuera por el ruido de los niños y el señor. Suspiré, y en eso, afuera de la tienda, se encontraba el chico, de nuevo. Éste estaba recargado en un poste de luz. Me miró, y lo miré. Y en unas milésimas de segundo, volví a escucharlo en mi mente. -Toma el dinero- me dijo -Al fin que nadie te está observando-. Me negué, como al principio, pero el chico insistió, e insistió, hasta que lo hice. Tomé el dinero, lo guardé en mis bolsillos, y salí corriendo de la dulcería, al recorrer la calle, el ambiente fue cambiando de nuevo, hasta que terminé en un pueblo solitario. Estaba polvoriento y el viento soplaba fuertemente, así que corrí hacia una casa de madera. Abrí la puerta de golpe, y entré. El viento soplaba tan fuertemente, que la madera de la casa crujía, y estaba inestable. Pude ver que adentro no había nadie, el simple hecho de haber entrado como entré, los hubiera alarmado, y hubieran salido a ver. Miré un poco el interior de la casa, y subí las escaleras, hasta una habitación con temas azules pálidos. Al parecer era el cuarto de un bebé. Y efectivamente, un pequeño niño estaba profundamente dormido en su cuna. Sentí un mal presentimiento y volteé rápidamente a la entrada del cuarto, ahí estaba el chico de nuevo, yo sabía lo que quería, lo supuse. Así que sin dar lugar a algo, bajé corriendo las escaleras, y salí de la casa. Sin embargo, ahora el chico había adquirido más independencia, ya no me necesitaba, lo vi, desde la ventana, que éste estaba frente a la cuna del bebé, mirándolo. No podía quedarme sin hacer nada, así que entré a la casa de nuevo, subí las escaleras tan rápido como pude, pero todo fue en vano. El bebé ya no se movía. Vi al chico, éste sostenía una almohada en sus manos. Y tenía una sonrisa burlona, me miraba, y me echaba en cara que no pude hacer nada para evitarlo. En ese momento, odié al chico, no quería volver a verlo, así que salí corriendo como pude, atravesé todo el pueblo polvoriento, hasta que, repentinamente, terminé en mi habitación de nuevo. No había rastro del chico, así que pensé que había despertado, que sólo era una pesadilla, pero al bajar a la sala de nuevo, me percaté que seguía en esa realidad, en la realidad en la que el muchacho habitaba. Grité varias veces, en vano, no pasaba nada. Salí a la calle, y, me encontré con mis padres, y mi hermana, pero… de una manera extraña, no eran ellos. Los vi a la cara, No era posible, pero no eran ellos.Toda la gente, no era la misma. Corrí alejándome de esas cosas que se hacían pasar por mis conocidos. Y terminé en una ciudad algo ajetreada, era de noche, y un ambiente tenuemente verde, predominaba. Vagué un poco por las calles, había gente, o al menos, eso parecían. Cada uno de ellos, haciendo sus cosas, pero no eran ellos, yo lo sabía, no era normal. Entré a una iglesia, tratando de buscar algo de ayuda, pero fue en vano, toda la gente, estaba distante, mirando al frente, nada más. Caminé junto a ellos, y no se percataban de mi presencia, así que salí de ahí. Y al doblar en una esquina, encontré a mi hermana, y a una amiga de la infancia, me dijeron que algo raro estaba sucediendo, que creían que toda la gente estaba comportándose de manera extraña. Así que decidí salir con ellas, tomamos un taxi, sin preocuparnos de la naturaleza del conductor, hasta que, al pasar por una calle, vi en el rostro de mi hermana algo que hizo darme cuenta que ellas no eran las mismas. Tenía la misma sonrisa del chico, la misma sonrisa que yo tuve cuando empujé a aquella niña, no lo soporté más, abrí la puerta del taxi, y salté de él. Con varios raspones, me levanté del suelo, y corrí. Respiraba agitadamente, y una presión en mi pecho me hacía sentir que en cualquier momento me desplomaría y caería para siempre. Corrí, y corrí, incluso, en un momento, empecé a darme a la idea de aceptar mi locura, que todo era una gran alucinación, que estaba perdiendo la cordura, y seguí corriendo, con deseos de parar en cualquier momento, y sentarme ahí, dejar que todo pasara. Pero entonces enfoqué mi mente en todas las personas que quería, mis padres, mi hermana, mis amigos. Todos ellos estaban del otro lado de esta gran pesadilla. Y me detuve. Y pensé en el chico, me dije a mi mismo -Ven, terminemos con esto, ven-. Utilicé todo lo que podía hacer, para combatir la influencia del chico. Pensé en mis seres queridos, en mis familiares que ya no estaban conmigo, al parecer, todo eso me dio más fuerzas. Y mi voluntad pudo más que la influencia que tenía sobre mí. Aparecí en mi habitación, con el chico frente a mí. Me miró durante unos segundos, todo parecía tranquilo, hasta que soltó un grito ensordecedor que hizo eco en la habitación. Perdiendo el control, corrió por todo el pasillo, sin detenerse, y saltó por la ventana. Parpadeé un poco, y corrí a ver qué había sucedido. No había rastro del chico, y afortunadamente, no lo hubo más…

2 comentarios:

nd1361 dijo...

nice scenarios

Anónimo dijo...

iia lo habíaa leido een thuuu metrooo
esthaaa jeeneaaal, osea de verdad me gusthooo!!